Foto: Cuartoscuro
Uno de estos casos está ubicado en los límites de la capital, allá por el oriente, en uno de las ciudades más importantes para la clase media-alta. Si tenemos un vehículo y manejamos por el anillo periférico, las observaremos a lo lejos y por supuesto que las reconoceremos: las famosas Torres de Satélite.
Construidas en el año de 1957, inauguradas al año siguiente, por el escultor Mathias Goeritz y uno de los arquitectos más importantes del país, Luis Barragán. El principal motivo de su construcción se debe a que se trataba de dar la bienvenida a una nueva ciudad, es decir, Ciudad Satélite, una pequeña urbe naciente a los alrededores del área metropolitana.
Foto: Cultura Colectiva
Para la creación de las torres, sus creadoresfueron fuertemente influenciados por las famosas Torres Medievales, ubicadas en San Gimignano, en Italia. Al principio se contemplaba que fueran siete torres de aproximadamente 200 metros (casi el doble que la Estatua de la Libertad), pero debido a la falta de presupuesto, se tuvieron que hacer modificaciones al plan original, se eliminaron dos torres y tuvieron que reducirse el tamaño más de la mitad.
Al paso de los años, las torres han tenido un desgaste, debido al vandalismo que han sido objeto por delincuentes, además de la construcción de vialidades a su alrededor que poco a poco han ido afectando la estructura de estas. Esporádicamente han tenido mantenimiento y varios funcionarios públicos han propuesto que sean declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte del UNESCO.
Otras de sus grandes características son sus colores: originalmente se tenía previsto que fueran pintados de distintas tonalidades de naranja, pero esta idea se desechó. Por lo tanto, podemos corroborar con sus primeras fotografías que los colores usados fueron blanco, amarillo y ocre. Con la llegada de los Juegos Olímpicos, se usó la idea original de color naranja, esto para tener un contraste con el cielo, así permanecieron hasta mediados de la década de los ‘70.
Foto: El Universal
En 1989, se pintaron a sus colores actuales, es decir, rojo, azul, amarillo y blanco, así estuvieron hasta que durante su aniversario de medio siglo (2008). Con ayuda del gobierno del municipio de Naucalpan y varios inversionistas privados tuvieron una total remodelación y una limpieza profunda, esto con la finalidad de eliminar las capas de pintura y los grafitis que tenían.
Sin duda, un emblema arquitectónico en la historia del área metropolitana y un recuerdo sobre la modernización de las nuevas ciudades a mitad del siglo XX.
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