Este hombre ha ganado tanto protagonismo en los últimos años que ni siquiera fue necesario poner su nombre, aunque, como formalidad: Quentin Tarantino. Es un reconocido director de cine estadounidense, recordado por todos por los litros y litros de sangre falsa que deja correr en cada uno de sus filmes. Su estilo no suele ser lineal y sus filmes son homenajes a corrientes icónicas del cine como el spaghetti western, el cine bélico o las películas de samuráis.

Tarantino, se dice, era un mal estudiante y aspiró un tiempo a ser actor. Debido a su trabajo en un videoclub, empezó a educarse acerca de la cinematografía. Entró a clases de interpretación y comenzó a escribir guiones. Estudió en el instituto fundado por Robert Redford, después de una incursión muy corta a la actuación. Ya para ese momento tenía varios guiones terminados y, vendiendo dos de ellos, pudo comenzar a rodar su ópera prima: Reservoir Dogs.
El filme tuvo un éxito moderado y dejó la puerta abierta para los que se volverían admiradores del director en ascenso. Para su segunda película se descubrió su verdadero potencial. Pulp Fiction se convirtió en una película de culto y dio más peso al currículum de los involucrados, como Samuel L. Jackson. Para su segunda producción, Tarantino obtuvo su primera estatuilla de la Academia: el Oscar a mejor guión original, dando pauta a la expectativa por su carrera.
En el 97 sale su obra número tres; Jackie Brown, que alcanzó a ser un éxito rentable en taquilla pero
poco más. En 2003 se añadiría otra de las joyas de la corona tarantinesca, la
que remarcaría su estilo y posicionaría al director como una gran promesa para
la cinematografía internacional. Kill
Bill, originalmente de más de cuatro horas se estrenó en 2003 e inicios de
2004 y llegando marcó un antes y un después en la filmografía de Tarantino,
volviéndose su tercera película de culto.
Death
Proof, su
cuarta película ve la luz en 2007. Fue, para muchos, la película más floja del
ya colocado Tarantino, aunque seguía generando expectativa para la favorita de
muchos: Inglourious Basterds, nominada
a ocho categorías de los Premios Óscar (entre las que destacan mejor director y
mejor película) y ganando mejor actor de reparto para Christoph Waltz. Ya para
2012 surgió Django Unchained, que sí
se llevó un Óscar para Tarantino; mejor guión original, además de estar
nominada también a ocho categorías.
Para 2015, con la salida de The Hateful Eight (nombre ad hoc debido a su calidad como la octava
película de Tarantino), el director mencionó que contempla hacer solo una
decena de filmes antes de retirarse y, con Once
Upon a Time in Hollywood llegó a la novena, estando nominada a los premios
Óscar de este nueve de febrero, más específicamente a diez de ellos, resaltando
mejor película, mejor guión original, mejor director y mejor actor.
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