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Trueno ya no compite: lidera

 


En tiempos donde el rap parece diluirse entre modas y fórmulas, Trueno eligió el camino más arriesgado: el de la identidad. Con Bien o Mal (2022), el artista argentino no solo consolidó su lugar en la escena internacional, sino que firmó un manifiesto musical que es al mismo tiempo un grito político, una carta de amor a sus raíces y una evolución contundente desde el freestyle hacia el arte total.

El disco —compuesto por 13 canciones— parte de una idea sencilla pero potente: todo en la vida, en la música, en la historia y en el barrio puede dividirse entre lo bueno y lo malo. Pero Trueno no se queda en la dicotomía superficial. A lo largo del álbum, deconstruye esos conceptos, los atraviesa con candombe, tango, hip hop old school, trap, funk y hasta algo de rock nacional.

Herencia y presente: un rap que no olvida

Desde Panamá, colaboración con Duki que suena como puro fuego en loop, hasta Tierra Zanta, una canción casi religiosa dedicada a La Boca, el disco es un homenaje al lugar del que viene. Su padre, MC Peligro, está presente no solo en espíritu, sino literalmente: se escucha su voz en varias partes. El barrio se siente como otro protagonista.

Pero Trueno también mira más allá de la cuadra. En MANIFIESTO FREESTYLE, rapea con Víctor Heredia, fusionando barras con conciencia. Es un momento icónico, donde el hip hop se sienta en la misma mesa que la historia política argentina. ¿Cuántos artistas pueden hacer eso y seguir sonando frescos?

El rap como arma, no solo como ritmo

La segunda parte del disco, más introspectiva y espiritual, lleva el mensaje a otro nivel. En temas como Solo por vos y Dance Crip, Trueno se mueve entre la nostalgia y la crítica social sin perder ritmo. Y en Argentina, junto a Nathy Peluso, el beat se convierte en un desfile de orgullo nacional al ritmo de bombo y sangre caliente.

El álbum se siente como un viaje. Un recorrido por lo que somos, lo que fuimos y lo que queremos ser. La producción (con nombres como Tatool, Evlay y Brian Taylor) ayuda a sostener esa intensidad con beats que suenan a calle, pero también a estadio.

Trueno dejó de competir: ahora lidera

Bien o Mal no busca agradar a todos. Y justo ahí está su poder. No es un disco para bailar sin pensar. Es un disco para pensar mientras bailás. Trueno ya no es solo “el hijo de MC Peligro” o “el ex de Nicki Nicole”. Es un artista con voz propia, con discurso, con sonido y con hambre de historia.

Si en su debut (Atrevido, 2020) demostró que podía rimar con estilo, en Bien o Mal demuestra que puede rimar con sentido. Y eso, en una industria donde muchos suenan igual, es una revolución.



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