Nuevo comienzo
La temporada 1981-1982 fue la última en la que Jesús Ramírez vistió la playera del Cruz Azul, y en el mercado de fichajes intentó encontrar un lugar dentro de alguna otra institución que le permitiera seguir en la cancha.
Yo ya no entraba en planes, porque hubo cambio de técnico en el Cruz Azul y me relegó un poco.
La primera opción fue el León, equipo al que soñó defender cuando era pequeño. Razones para pensar que el fichaje se tomaría con éxito estaban bien fundamentadas, ya que en años anteriores la institución de Guanajuato había mostrado su interés en el mexicano.
Todo lucía color de rosa. De participar con uno de los equipos más relevantes de la época a cumplir su deseo de la infancia. Era una situación perfecta.
Fui a verlo (a Ignacio Faccio, entonces director técnico de la Fiera) y me regañó porque me dijo “creo que estoy hablando con una persona seria, cuando yo quise que te vinieras para acá, tú no, y ahora vienes y acabamos de contratar al Chicón Rodríguez, estamos en tratos con él”.
La plática fue difícil, sin embargo se dejó la puerta abierta, si Rodríguez no firmaba llamarían a del Valle. Al final se hizo la transacción de Guadalajara a León y Jesús Ramírez nunca llegó con los esmeraldas.
Fue así que en 1982 arribó a Pachuca gracias a que el conjunto hidalguense de segunda división se interesó en sus servicios. Con el apoyo de la cementera, el ‘Pecas’ hizo sus maletas y viajó a Hidalgo con la satisfacción de recibir un apoyo económico tanto de Cruz Azul como de su nuevo club.
Por desgracia acarreaba una lesión que retrasó su estreno con su nuevo reto, pero después de recuperarse tuvo un inicio peculiar.
El entrenador me dijo “calienta, pero no te voy a meter, nomás quiero que te vayas ambientando”. Pero la gente comenzó a gritar y me metió a mí.
La primera pelota que tuvo a sus pies no fue la mejor, ya que después de recibirla cayó al césped. Sin embargo, en contra de lamentarse, volvió a levantarse, y unos minutos después se hizo presente en el marcador. Posteriormente, se ganó el cariño de la afición y la titularidad.
Nuevamente destacó, la gente lo amaba y él respondió con goles y asistencias que lograron llevar a lo más alto a la institución. Pero el final no fue del mismo color de rosa con el que la relación había empezado.
El club perdió dos finales seguidas, cosa que la afición no comprendió. Todos estaban enfurecidos por los subcampeonatos y la Federación de Estudiantes de Hidalgo acusó al club de vender los partidos.
La presión no solo estaba en los miembros del equipo, sino que llegó hasta las autoridades de la localidad, y llegó tan hondo que prácticamente la mitad del equipo se fue de la institución, entre ellos Ramírez del Valle, el cual decidió continuar su vida futbolística desde el banquillo.
Fue así como ingresó al IV Curso de Actualización y Capacitación para Entrenadores, Instructores y Directores Técnicos del Club Cementero, y en 1994 obtuvo su certificado, al mismo tiempo como la oportunidad de encabezar equipos en fuerzas básicas, lugar donde consiguió un tricampeonato de la Copa Premier, un tricampeonato de la Copa Norway, la Copa Nike, entre otros.
Me dieron una plaza en Ciudad Deportiva, y ya de ahí me pasaron a Xochimilco, me exigieron mi título, el cual me lo pagaron, me titulé y me quedé a trabajar ahí. Toda mi vida trabajé ahí. Fuerzas básicas, segunda división, tercera división.
En total logró 15 títulos en las fuerzas básicas de los celestes, como la Gothia Cup, que nunca habían logrado levantar. Los equipos que tocaba los hizo ganadores, ya que también tuvo en sus manos el crecimiento de personas como el campeón mundial Sub 17, Cesar Villaluz, Marvín Cabrera, Javier “El Chuletita” Orozco y Edgar Andrade.
Al día de hoy, Jesús aún recuerda con cariño sus días y compañeros en Cruz Azul, feliz de haber sido campeón dos veces en México y poder levantar trofeos en otros países, concluyendo que “vivió una época que muchos, aunque ganen mucho dinero, hubieran querido vivir”.
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