Desde 2007, como cada 18 de febrero se conmemora el Día
Internacional del síndrome de Asperger para visibilizar y reivindicar los
derechos de las personas con este trastorno del espectro del autismo (TEA) sin
discapacidad intelectual asociada.
La fecha fue elegida por el aniversario del nacimiento de Hans
Asperger, psiquiatra austriaco que describió por primera vez este síndrome.
En 1994, este síndrome fue incluido en la cuarta edición del
Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-IV), libro de
diagnóstico de la Psiquiatría. Sin embargo, en el DSM5 de 2013, la edición
vigente, el diagnóstico como síndrome de Asperger se engloba dentro de los
Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).
El síndrome de Asperger, es calificado como el más leve dentro de
los trastornos del espectro autista (TEA). Se trata de un trastorno psicosocial
y las personas efectuadas suelen tener dificultades en las relaciones con su
entorno personal, educativo y laboral.
Este síndrome afecta entre 0.03 y 4.84 de cada 1,000. Afecta a los
hombres con frecuencia cuatro veces mayor que a las mujeres.
El diagnóstico temprano de Asperger puede ser difícil, debido a
su amplia gama de síntomas, muchas veces el síndrome es diagnosticado en la
adolescencia pero desde niños se puede mostrar señales como lo son: intereses
obsesivos, habla formal, rituales, aislamiento social, retraso en las
habilidades motoras, falta de imaginación y dificultades sensoriales.
Un diagnóstico preciso puede conducir a una mejor comprensión de
los desafíos que enfrenta la persona con Asperger y permitir acceder al apoyo
adecuado.
Las personas con síndrome de Asperger se enfrentan, en muchas
ocasiones, a entornos poco flexibles y prejuicios. Tienen la dificultad para
ser recíprocos en la interacción, las dificultades para compartir intereses,
reducida motivación social, limitaciones en imaginación y la rigidez en su
comportamiento y forma de pensar.
0 Comentarios