Foto: BBC |
Este primero de febrero, las fuerzas armadas de Birmania efectuaron un golpe de Estado, terminando con el periodo democrático de 10 años que el país estaba experimentando.
Las fuerzas armadas de Birmania establecieron el Consejo de Administración Estatal, el cual tomó el control del gobierno, removiendo y encarcelando a los líderes civiles democráticamente electos, incluyendo al presidente Win Myint y a la Consejera de Estado, Aung San Suu Kyi.
El asunto llegó hasta el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde China, apoyada por Rusia, bloqueó la condena por parte del organismo gracias a su derecho a veto.
Ante tal acción por parte de China, múltiples protestas tuvieron lugar en la embajada de China en Birmania, donde se acusaba a Beijing de apoyar el régimen militar.
Debido a las acusaciones, el embajador Chino en Birmania, Chen Hai, declaró hoy que Beijing no tenía “conocimiento previo” sobre el golpe y que las acusaciones de cooperación con la junta militar son “risibles”.
“Tenemos relaciones amistosas tanto con la Liga Nacional de la Democracia (el gobierno derrocado) como con los militares. La situación actual definitivamente no es algo que China quiere ver.”, declaró el embajador Chen.
Expertos afirman que el golpe de Estado no está en los intereses de Beijing y que prefiere que Birmania sea estable, ya que este país es una fuente de recursos como jade, madera y gas natural.
A pesar de que China tiene buenas relaciones con ambas facciones de Birmania, le es más conveniente que el gobierno de Myit regrese al poder, debido a la falta de confianza entre los militares y Beijing. Sin embargo, China debe aprender a negociar con cualquiera de las facciones que ostente en el poder en el futuro.
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