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Como
en todas las ligas del mundo, la Covid-19 ha ocasionado estragos. Desde la
evidente falta de aficionados en las tribunas y el aplazamiento de partidos,
hasta, lo peor, personas infectadas por el virus. En la Liga MX semana a semana
se da a conocer que resultan contagiados miembros de los staff y cuerpos
técnicos, así como jugadores y jugadoras de diversos equipos de las principales
categorías del país.
Es
alarmante la cifra de las últimas tres semanas, pues según datos de ESPN, se
presentaron más de 120 casos positivos en el futbol mexicano en ese lapso. Las
estadísticas no mienten, los casos van en aumento, y lo sucedido hace un par de
semanas entre Monterrey y América únicamente evidenció lo poco eficaz que está
siendo la estrategia utilizada para tratar de evitar los contagios; la liga se
está convirtiendo en el claro ejemplo de que las malas decisiones tienen
consecuencias.
¿A
qué decisiones me refiero? Cuando la actividad se reanudó en julio tras el
parón por confinamiento, la Federación Mexicana de Futbol optó por dejar en
manos de los clubes los protocolos de salud, he ahí el primer error. Al no
existir un protocolo oficial y compartido, los equipos aplicaron las medidas
que a ellos les parecieron adecuadas, así como los castigos en caso de
incumplirlas. Se observaron disparidades por todos lados, mientras que Cruz
Azul no aplicó ninguna reprimenda a Jonathan Rodríguez por asistir a una fiesta
el pasado de 17 de enero, equipos como Pumas y Chivas sí suspendieron e
impusieron multas a sus jugadores, Alan Mozo y Uriel Antuna respectivamente,
por acciones del mismo tipo en meses anteriores.
Ha
habido varios brotes de coronavirus, sin duda el más relevante el ocurrido en
Santos a principios de enero, en el cual hubo 30 casos positivos. Uno de ellos fue
Martín Pérez Padrón, entrenador del equipo femenil, quien lamentablemente
falleció el 19 de enero a causa de este virus. ¿Cómo es posible que esto
sucediera? Es obvio que el club llevaba algunos días sin hacer pruebas, pues 30
casos no pasan desapercibidos con tanta facilidad, además de que es evidente la
falta de rigor y obediencia en cuanto a las medidas básicas de prevención se
refiere.
Hablando
de esto, el reciente partido entre América y Monterrey ha resultado ser una
verdadera pesadilla. Se han confirmado más de 25 casos en conjunto, pero hay
una noticia todavía peor, ya que de acuerdo con información del periodista
Gerardo Velázquez de León, Javier Aguirre habría sabido que uno de sus
jugadores —Rogelio Funes Mori— estaba contagiado ¡y aun así lo puso a jugar! Si
esto resulta ser cierto la liga tendría que tomar cartas en el asunto de manera
drástica y contundente, pues no es un tema menor.
Este
último acto atenta violentamente contra la salud de jugadores y jugadoras — ¡y
desde el ámbito laboral! —, lugar donde por ley debe haber seguridad en todo
sentido. Ya le fue arrebatada la vida a una persona y la de cientos más está en
constante riesgo. Hay que recordar que el futbol no solo está constituido por
los y las futbolistas, hay todo un gran círculo de personas detrás que también
se verán afectados en caso de que se contagie alguno de ellos o ellas.
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Creo que queda claro que los equipos no deben ser quienes establezcan ni hagan valer los protocolos. Confiar en los y las jugadoras tampoco es opción. Lo correcto es que la máxima autoridad nacional sea quien mande y dicte las reglas. Hace unos días la Liga MX dio el primer paso en el camino en busca de mejorar la situación cuando anunció una serie de sanciones para quienes no respeten lasmedidas sanitarias. No cabe duda de que es un avance, sin embargo, el paso verdaderamente importante falta por darse, el futbol mexicano necesita un protocolo universal y compartido para todos los equipos.
La
pandemia está lejos de terminar y la salud y seguridad de las personas está por
delante de todo. Ya lo dijo la leyenda y actual entrenador del Toluca, Hernán
Cristante, “si a mí me preguntan si el futbol se tiene que parar, tendríamos
que hacerlo”.
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