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Ronaldinho: una última sonrisa tras las rejas

Si la justicia le falla, estará cinco años en prisión

Parecía que hacía magia, siempre sacaba un regate más de sus pies, se divertía, lo disfrutaba y volvía exquisito el juego cada vez que tocaba un balón.
Pero después de alcanzar el éxtasis del deporte, hoy se encuentra en una prisión en Paraguay, con su irrevocable sonrisa mientras juega al fútbol con los demás prisioneros.
Quizá nunca volvamos a ver un jugador con las cualidades de Ronaldinho. El brasileño tenía el don de hacer malabares con la pelota y los defensas rivales no eran más que simples expectadores del avasallante talento de 'El brujo de Porto Alegre'.
Sin embargo, muchos no recuerdan cómo fue que su carrera empezó a caerse, a pesar de que Ronaldinho siguiera sonriendo.


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La debacle de Ronaldinho Gaúcho empezó en el año 2006. Ese año ganó la Champions League con el Barcelona y a la vuelta de la esquina, estaba el mundial de Alemania. Fue en ese pequeño intervalo de tiempo entre ambos torneos donde Ronaldinho conoció a su mejor amigo que lo enganchó hacia una adicción: la fiesta.
Durante el mundial de Alemania, varios jugadores de la selección brasileña organizaban fiestas en distintos hoteles a escondidas de la federación brasileña. Ronaldinho era, junto con Adriano y Robinho, quienes organizaban las reuniones privadas hasta altas horas de la noche.
Esto se reflejó en el campo de juego. El equipo del Joga Bonito nunca terminó por despegar y, en los cuartos de final, se toparon con la Francia liderada por Zinedine Zidane.
'Zizou' y compañía dejaron fuera a Brasil del mundial, quedándose demasiado cortos de acuerdo a las expectativas.
Después de la eliminación, Ronaldinho no quiso regresar a Brasil y fue directamente a Barcelona para incorporarse con el primer equipo, pero en Cataluña ya empezaban a darse cuenta de la indisciplina del brasileño.
Lo de Ronaldinho no era solamente una fiesta por semana. Eran casi a diario, por lo que su condición física vino en deterioro y también su rendimiento en la cancha. 'Dinho' tenía 27 años, aún tenía mucho por dar; ya había ganado la Copa del Mundo en 2002, un Balón de Oro en 2005 y la Champions League del 2006. Esto sin contar las ligas que obtuvo con los blaugranas.
Ronaldinho fue transferido al AC Milán, donde no estuvo exento de las polémicas que rodeaban la fiesta, las mujeres y el dinero.
En Italia fue noticia por una fiesta que duró tres días y que se dice, gastó cerca de 75,000 euros.
Pero estos no fueron los únicos casos.
En el año 2014, después de ganar la Copa Libertadores con el Atlético Mineiro, 'Dinho' se fue de fiesta y no volvió. El tema se hizo viral por las fotos que lo evidenciaban en redes sociales. Ahí fue cuando Roberto, su hermano y representante, rescindió del contrato y ambos terminaron en Querétaro.
Noches como esas, hay muchas. Incluso algunas que sólo él recordará en su mente.


Diario AS

En el año 2015, Ronaldinho y su hermano fueron multados por dos millones de dólares debido a la construcción de una plataforma de pesca y una estructura para barcos en el lago de Porto Alegre.
Ronaldinho no tenía la licencia para construir en ese lugar que, por cierto, era de preservación ambiental.
Esto le trajo problemas con la Fiscalía de su país, lo cual era completamente irónico, pues Ronaldinho era el embajador de turismo en Brasil.
'Dinho' no podía salir del país, aunque pareció no importarle y hace poco más de una semana que  fue arrestado en Paraguay junto con su hermano con documentos falsos.


El Español

Sin embargo, estando en prisión, varios policías hacían fila para tomarse una foto con el astro brasileño. Y tanto es así que entre todos organizaron un torneo de futbol en la cárcel. Torneo que Ronaldinho ganó con los botines que un policía le prestó para jugar.

Malas inversiones, malas decisiones y mal manejo de su carrera desviaron a 'La sonrisa del fútbol' a lo que seguramente estaba destinado a ser: el mejor de la historia. Pero antes que el jugador, está el ser humano. Por lo que habrá esperar si Ronaldo de Assis logra salir de su complicada situación. Aunque, finalmente, eso no implica que Ronaldinho deje de sonreír cada vez que juega con un balón.

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