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En las letras de: Gilberto Owen


Gilberto Owen pertenece a un momento ilustre de la Literatura Mexicana, de finales de la segunda década del siglo XX, que sería imprescindible, a partir de ahí, para el desarrollo de la nueva Literatura en México.


 Gilberto Owen Estrada, nace en Mineral del Rosario, Sinaloa, el 13 de mayo de 1904, donde vive su infancia. En 1917 él y su famila, se trasladan a la ciudad de Toluca, donde Gilberto estuda en el Instituto Científico y Literario de Toluca. A sus 16 años participa en revistas literarias como Raza Nueva, El Regional y Policromías (donde participaban Torres Bodet, Novo, Villaurrutia y Gorostiza), y posteriormente dirige la revista Esfuerzo. Su traslado a la Ciudad de méxico se debe a, según la anécdota, que el entonces Presidente Álvaro Obregón, se impresionó tanto por una oratoria en su honor de parte de Owen, en Toluca, que le ofreció trabajo como su asistente, para colaborar en la Secretaría de la Presidencia entregándole un informe las principales noticias del País. 



En la Ciudad, Owen conoció a muchos de los destacados escritores, como a Jorge Cuesta, a quien conoce en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) con quien asistió al Café América, un punto de reunión cultural de esos años para escritores, donde conocen a Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. Éstos, los invitan a un grupo encabezado por Jaime Torres Bodet. Owen, entonces, perteneció a un grupo de intelectuales mexicanos llamado, después de algunas transformaciones, Los Contemporáneos. junto a Carlos Pellicer, y José Gorostiza. En este grupo influye de manera directa en la obra de Xavier villaurrutia y Torres Bodet.



Su ritmo poético, y en general, su obra, están cargados de significación. Su obra está dictaminada por su vida viajera, por su peregrinaje por diversas zonas del mundo donde se sintió desterrado. Su estilo está vinculado a un trastrocamiento y modernización del poema en prosa, o la prosa poética, definir su estilo es sólo abrir una idea. El tiempo, su crítica satírica, sarcástica, y cínica, abren paso a múltiples de sus obras, como Novela como nube (1928) y Desvelo (1925) Así como su relato La llama fría (1925). También junto con Cuesta, Novo y Villaurrutia prepara la Antología de la poesía mexicana moderna, editada en 1928, cuando él tenía apenas 24.

A pesar de su calidad y multiplicidad, así como una notoria renovación de las técnicas usadas en ese entonces, no es aún reconocido y a veces, más bien, olvidado en su País.

Sus restos aún descansan - o no -  en Filadelfia, donde fue vicecónsul mexicano y murió por cirrosis el 9 de marzo de 1952. 


Desvelos


3. La noche, que me espía por el ojo...


La noche, que me espía por el ojo

de la cerradura del sueño,

gotea estrellas de ruidos inconexos.
¿Para qué este hilo de aire con ecos?
Ya ningún lápiz raya mi memoria
con el número de ningún teléfono.

Mi mensaje cae conmigo
sin mis miradas, cuerdas de un trapecio
suspendido, otros días,
de mi cabeza sobre el cielo.

Y nadie inventa aún al inalámbrico
una aplicación para esto:
uno puede caer cien siglos
-sin una honda agua de sueño,
sin la red salvavidas de una antena-
al silencio

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