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Una noche muy estrellada

 El zócalo capitalino fue sede para que la gente se maravillara con el cosmos.

El 3 de diciembre, fue la noche de las estrellas, evento que busca divulgar la ciencia a través de la astronomía. La secretaría de Cultura, en colaboración con el Instituto de Astronomía de la UNAM y la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), logró realizar esta gran festividad, donde hubo talleres para niños, telescopios para que el público pudiera observar los planetas, música y una pantalla gigante para mirar cada tipo de estrellas, galaxias, hoyos negros, nebulosas, constelaciones, etc. Es preciso mencionar que el festival lleva 14 ediciones, por lo que se pudiera esperar para el próximo año nuevas sorpresas. 

En el artículo de Infobae, Brenda Arias, de la Unidad de Comunicación y Cultura de Instituto de Astronomía de la UNAM, declaró: Se trata de la fiesta más grande de la divulgación de la astronomía en México y quizá de Iberoamérica”, lo cual se puede entender o pensar que es uno de los eventos más importantes en el continente americano. Complementados por los argumentos de la Secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, quien menciono que la plancha del zócalo, también puede ser un lugar preciso para la observación de los astros. 

imagen extraída del Twitter oficial de Ciencia UNAM

La pancha del zócalo se llenó de un aire friolento, con un clima que parecía arruinar lo planeado, pero eso no fue suficiente para que el objetivo no perdiera el rumbo: 60 carpas, que dentro de ellas guardaban numerosas actividades a fin; 500 telescopios y una pantalla gigante brindaron al público un nuevo horizonte más allá de sus colonias, barrios y privadas, mismos que estaban por mirar con sus propios ojos las maravillas que yacen fuera de su 
mundo. 

foto tomada por Daniel Miranda.

Foto tomada por Daniel Miranda.



El cielo poco a poco se fue despejando, como si el mismo hubiera querido dar conocer los secretos que guarda solo para aquellos amantes del cielo nocturno, los cuales son descifrados en las azoteas de los edificios, casas y otros recintos de observación celestial, y que solo por esta ocasión del año decidieron compartir sus mensajes por medio de miradas fijas, con un ojo cerrado y el otro abierto, reunidos en la ciudad de México con un solo propósito: el de compartir la belleza del infinito a las personas ajenas a las estrellas. Las nubes entendieron esto, por lo que ellas mismas se abrieron como si fueran un telón enorme de un teatro cósmico.  

Foto tomada por Daniel Miranda.


Foto tomada por Daniel Miranda.



Foto tomada por Daniel Miranda.


Alan Carbajal, joven estudiante de ingeniería de la UNAM, logró a través de un registro presencial hacerle un espacio dentro del evento a su telescopio, cuya apariencia es robusta, pero de potencia muy formidable. Alegre por ser participante colaborativo de las instituciones organizadoras, no parece recordar el trayecto hecho desde Ecatepec hasta el centro histórico, su propósito va acorde con los demás compañeros compartidores de sus miradores espaciales: el promover y dirigir la ciencia hacia la población, y sus palabras fueron un atino perfecto para resumir el deber de las instituciones y científicos mexicanos: "en el espacio, hay espacio para todos".


foto tomada por Daniel Miranda


foto tomada por Daniel Miranda


La noche de las estrellas fue un evento que sin duda dejará rastros de interés para mucha gente que pudo haberse impactado con lo que hay más allá de su cielo conocido, la cual esperará con ansias el siguiente año, y el deber de las instituciones gubernamentales, educativas, de investigación, tendrá que ser un factor importante e influyente para que se repita con nuevas formas y proyectos cada año o en el menor tiempo posible, para que nuevas generaciones o futuros investigadores se vean atraídos hacia las ciencias, como en este caso fue la astronomía. 

foto tomada por Daniel Miranda

foto tomada por Daniel Miranda






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