Foto: Spotify México |
El sencillo líder
del álbum también es titulado “Marchita” y este incluye frases como:
“Y si yo hubiera sabido que para ti todo era un juego aquel verano entre tus besos, no hubiera escrito esta canción”, en las que definitivamente nos adelanta de qué temas estará constituido el álbum.
“Marchita” demuestra ser un álbum íntimo que le canta a las memorias de un amor perdido, a su soledad e incluso a su tristeza. A lo largo de 11 melodías, la voz de Silvana nos guía en letras que más que canciones parecen poesías acompañadas de instrumentos como guitarras, pianos y saxofones.
Los conocimientos de Silvana se notan en este proyecto, pues sus estudios en jazz y literatura son los que logran formar una estética demasiado característica del álbum y precisamente eso es lo que resulta tan atractivo de este, ya que hemos visto cientos de discos de folk mexicano pero ninguno con la capacidad de composición de “Marchita”.
A pesar de no ser estrictamente un álbum conceptual, existe cierta relación entre sus letras lo cual nos demuestra la capacidad narrativa de la cantante, la cual es excelente, pues canaliza tan bien su dolor en sus letras que es difícil no empatizar con él, lo que hace que el público logre conectar tan fácilmente con sus canciones.
Cabe resaltar que Estrada logra construir una dualidad entre el amor y la melancolía creando canciones que así como pueden hablar de romanticismo pueden hablar de desamor, lo cual me parece magnífico ya que no es necesario estar enamorado o desilusionado para identificarse con la canción.
Silvana utiliza a la tristeza como un vehículo para entender el mundo, en este romantiza su agonía y decepción, prueba de esto es su canción titulada “Tristeza” en donde solo se escucha su voz acompañada de una guitarra y percusiones. La lírica se basa en un par de preguntas que realiza a esta emoción, suplicas como: “Te pido una vez más, tristeza déjame en paz” y recuerdos de “aquel que ya no está”
En algunas ocasiones, podemos escuchar las referencias de la cantante a poetas como Rubén Darío e Idea Vilariño, siendo un beneficio para su álbum y una carencia para otros. Asimismo, la mayor parte de sus canciones son de su propia autoría lo cual refuerza su lazo con sus oyentes.
Cabe destacar que la compositora ha dicho en varias entrevistas que es consciente de que comúnmente la sociedad reduce el arte de una mujer a quejas acerca sobre su pasado amoroso y sobre esto menciona: “El legado emocional de estas mujeres nos acerca mucho a los sentimientos”, que considero que es un pensamiento bastante acertado, pues verdaderamente el hecho de que grandes mujeres expongan valientemente sus sentimientos, pesares y alegrías demuestra que solo basta de una letra melancólica para sentir las canciones.
Foto: La Opinión |
Musicalmente, el álbum es una bomba de instrumentos en el que el más importante es la voz de la misma cantante, pues ella sabe perfectamente cómo y cuándo ambientar las canciones con solo los tonos de su voz y notas altas. Escucharlo es un completo deleite, pues las dulces guitarras te acompañan en canciones como “Casa” y “Más o menos antes”; en “Un día cualquiera” y “Tristeza” solo escuchamos a la voz de Silvana acompañada de otro instrumento que varía y es notoria una producción más elaborada en títulos como “La corriente” y “Carta”.
Respecto a la
producción del álbum, Gustavo Guerrero, productor de Marchita, dijo que fue un
reto “no quitarle fuerza y expresión al arte de Silvana”, pues las canciones
parecían un rompecabezas en el que las melodías y las letras encajaban tan
correctamente que se corría el riesgo de sobre producirlas.
Esto me parece
alucinante, ya que la mayoría de las canciones ocupan cierto grado de
producción musical para sonar mejor.
Quizá el único error de este álbum fue no involucrar música comercial que fácilmente hubiera podido viralizarse para así obtener un mayor éxito de ventas, sin embargo, esta parte mantiene despreocupada a Estrada, pues ella canta, escribe e interpreta desde el corazón y no desde el interés monetario.
Foto: Infobae |
En conjunto, el trabajo tiene una calidad excelente, letras que apasionan y fáciles de identificar, ritmos lentos pero no aburridos e incluso me atrevo a decir que al llegar a la última canción te deja con ganas de más.
Un disco musical que se siente tan puro y tan real que resulta extraño escucharlo en estas épocas donde lo comercial le gana a lo pasional, “Marchita” consolida a la veracruzana como una de las promesas de la música de autor mexicana femenina.
Más que un álbum, “Marchita” resulta ser un viaje guiado por Silvana en donde nos encontramos con saxofones, rimas y percusiones que ponen a flor de piel la melancolía de nuestro ser. Es así como Silvana Estrada convierte un conjunto de canciones en un hogar para los corazones rotos por el desamor.
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