En el momento en que en la Ciudad de México el follaje se tiñe purpúreo, y los hervores aumentan, sé que pronto las calles serán enteramente violetas, un color que entre otras cosas representa el poder femenino.
Madre protesta por su hija | Foto: Joyce Castillo
Al tomar mi primer medio de trasporte para trasladarme, una jovencita se me acercó para preguntarme si al igual que ella me dirigía a la manifestación, al decirle que sí nos fuimos juntas. Seguí mi rumbo entusiasta al contemplar que mientras más me acercaba al destino, el vagón cada vez tenía más mujeres, libres, alegres y seguras.
Recuerdo escuchar a hombres decir que les da miedo acercarse a la marcha, pues temen que "las feministas" les hagan algo. Fue un shock, pues no se dan cuenta del privilegio que es sentir eso solo un día, cuando al ser mujer en México nunca sabes si regresarás a casa.
Posteriormente se me acercó otra señorita, conversamos y decidimos encaminarnos. Al descubrir que vivíamos cerca, nos pusimos en contacto para regresar a casa juntas al finalizar la marcha. Me parece asombroso la confianza que brindaba el ambiente, para llegar a intercambiar números y vernos después con tan solo conocernos de hace minutos. Cabe destacar que antes de irse, ella se aseguró de dejarme con mi grupo.
Inicié la marcha desde metro Revolución con dirección al Zócalo. Llegó "la tira" a dar la bienvenida.
Policías rodean el Monumento a la Revolución | Foto: Joyce Castillo
Al sumarme a un contingente, me pidieron mi número telefónico para estar al pendiente por si llegáramos a separarnos. Aquí se hicieron sonar las consignas a todo pulmón, los aplausos, los brincos... el deseo de libertad.
El Estado opresor es un macho violador
Se oía en el grupo. De pronto, de entre la multitud una chica le dijo a su acompañante: -Nada más fuera de la verdad-, su amiga la miró con extrañeza, así que ella siguió explicando. -La denuncia que metí no ha procedido... bueno apenas va un mes, no me quiero desesperar, pero no me sorprendería que le dieran carpetazo-. Señaló decepcionada.
Por otro lado, en la marcha también se hizo presente el performance a través del baile, marionetas, una payasa, una radio frente a la antimonumenta, dispuestas a demostrar que en el arte también está la revolución.
Grupo encapuchado baila | Foto: Joyce Castillo
Al llegar a la plancha del Zócalo donde la mayoría de mujeres se sientan a descansar, consumir algún alimento, hidratarse, se escuchó una explosión proveniente de la valla de contención acompañado de una estampida. Me encontraba sentada y al ver a todas correr, además de miedo a ser aplastada, me sentí querida y protegida, pues gente del bloque negro me cubrió, otras mujeres ayudaron a levantarnos y correr. Aún así, fue imposible huir del gas, el ardor en los ojos, nariz y boca, el lagrimeo y la sensación de sofoco.
Fue motivo para retirarme, al caminar hacia el metro, un niño junto a su madre se acercó a pedir una entrevista porque le habían dejado de tarea investigar de primera fuente por qué se marcha, cómo se manifiestan, etc. El menor que se escondía en el regazó de su progenitora, dijo -es que a mí no me gusta eso de hacer noticias- de manera titubeante. La señora nos confesó que a ellos también les cayó el gas y por eso el infante estaba tan temeroso.
Hoy pude confirmar que las feministas te integran aunque no te conozcan, son protectoras dado que ponen su cuerpo de barrera, te ayudan a correr y levantarte si hace falta, protestan a través de bailes, títeres, música. Mientras el Estado da carpetazo a las denuncias y lanza gas sin importar si hay menores de edad. Hay que conocer un grupo antes de juzgarlo, y tú ¿Qué opinas sobre las feministas?
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