Foto: Sopitas
Uno de estos medios ha sido el cine: recientemente hemos visto cómo los protagonistas de varias cintas han sido miembros de la comunidad LGBT+, algo que hace 50 años se hubiera pensado imposible. El poder ver a un personaje con dudas sobre su identificación ha sido clave para el desarrollo de miles de jóvenes que se han sentido inspirados para salir y decir quienes son realmente.
No negamos que el machismo y la homofobia que actualmente existe en nuestro país se debe principalmente al cine mexicano, el cual desde su época de oro ha visto cómo se retrataba con estereotipos al hombre macho, fuerte, varonil, mientras que a la mujer se le mostraba sencilla, débil, con deberes, etc.
Estereotipos en el cine || Foto: AM Querétaro
Gracias a la evolución que hemos visto en la sociedad (no para todos) el cine mexicano ha ido modificando sus ideas y presentando nuevas. En años recientes algunas películas con temática gay como Yo soy la felicidad de este mundo (2014) o Te prometo anarquía (2016) han estado en el ojo del público en general.
Esto no hubiera sido posible sin la visión de uno directores más importantes en el cine mexicano: Arturo Ripstein, quien gracias a la película El lugar sin límites hizo posible filmar el primer beso entre hombres en el cine mexicano. La cinta retrata la vida de una travesti apodada La Manuela quien, junto con su hija, maneja un prostíbulo en un pueblo del país, donde el cacique desea vender dicho lugar. Ahí llega el protegido del cacique, Pancho, quien hombre abre los impulsos sexuales de ambas, y al estar alcoholizado besa a La Manuela, desatando varios conflictos dentro del pueblo.
Beso entre Roberto Cobo y Gonzalo Peña || Foto: El País
La película fue ganadora del premio Ariel a mejor película en 1977, y ha sido considerada una de los mejores filmes mexicanos en todos los tiempos. Además es de reconocer el trabajo de Roberto Cobo y Gonzalo Vega (La Manuela y Pancho respectivamente), quienes magistralmente lograron interpretar a estos dos personajes, cuyos deseos y orientaciones sexuales salen a la luz.
Han pasado más de 40 años de esta trama, y cada generación que la ve se sorprende por los desafíos que debió haber superado Ripstein para lograr reflejar este mundo que, aunque durante estos años fue un tabú para la sociedad en general, hoy se trata de normalizar y no discriminar en una lucha que día con día miles siguen viviendo y sobreviviendo a las adversidades de los prejuicios.
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