Foto: EFE
Por: Arón Miguel Hernández Martínez
En los últimos meses, el gobierno de China ha buscado trazar
una ruta del origen del Sars-Cov-2 conocido popularmente como Covid-19. No
obstante, lo que busca el gobierno chino
es encontrar el origen fuera de China, pues el régimen del presidente Xi
Jinping ha manejado una estrategia para redirigir la culpa a otro país y que se
deje de tomar al gigante asiático como el causante de la pandemia.
A través del aparato estatal de salud chino, investigadores
han aludido que el Covid-19 se
encontraba en al menos 17 países y cuatro continentes antes de su propagación
en Wuhan, señalando estudios realizados en Italia en septiembre de 2019
donde se encontraron anticuerpos en ensayos para la detección de cáncer de
pulmón.
Así mismo, se ha registrado un incremento en la inspección
de empaques de comida congelada, donde científicos chinos mencionan que pudo
haber llegado el virus del extranjero, causando rechazo y reclamos de los
exportadores extranjeros. "Afirmaciones
importantes respaldadas por evidencia endeble se informan ampliamente sin el
escrutinio necesario y la consideración de un cuerpo más amplio de evidencia
disponible”, escribió en Twitter Francois Balloux, genetista del University
College London.
Por su parte, autoridades de salubridad en china respaldaron
los estudios aseverando que al menos 10 ciudades chinas han encontrado que los
paquetes internos o externos de alimentos congelados importados están
contaminados por el coronavirus, como carne de res de Brasil, nudillos de cerdo
de Alemania y camarones de Brasil y Arabia Saudita, que muestran el virus
podría permanecer vivo a bajas temperaturas durante mucho tiempo.
China también ha redoblado esfuerzos por evitar la
filtración de información hacia el exterior, pues como ha manejado en tiempos
recientes, Xi Jinping no permitirá que potencias extranjeras intervengan en
asuntos internos, por lo que en los
últimos días el régimen ha amagado a los médicos chinos que participaron en la
primera fase de la pandemia.
Parte de las coacciones que han recibido los médicos chinos
es que, en caso de filtrar información al exterior sobre el manejo de la
epidemia, sobre el papel de las autoridades o sobre las ordenes que se emitían,
estos podrían caer en el delito de espionaje llegando a ser incluso condenados
a pena de muerte por intentar contra el Estado.
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