El lugar de trabajo de Jorge es apenas un
cuarto de unos cuantos metros cuadrados, las ventanas y la puerta son de
cristal y dejan entrar toda la luz y los problemas de afuera; las paredes son
blancas, sin mucho esmero. La oficina —un edificio en San Juan, un barrio
céntrico del municipio de Zumpango, en el Estado de México— es austera: raro
aquel—aunque sí lo hay—que llega por voluntad. En la habitación, hay espacio
suficiente para un escritorio con un monitor, dos sillas y un mueble donde hay
un montón de certificados ordenados meticulosamente.
Jorge Ramírez lleva 23 años trabajando en la
Fiscalía General de Justicia del Estado de México como médico legista, la
profesión es algo que simplemente le gustó porque ahí maneja de todo tipo de
casos: homicidios, suicidios, realiza certificaciones médicas, exámenes psicofísicos,
conductuales, de lesiones, ginecológicos y proctológicos, hasta levantar un
acta de denuncia.
El 20% del trabajo de un médico legista es
realizar las autopsias, el otro 80% se dedican a hacer certificados. Para poder
trabajar una autopsia es necesario entrar con bata, cubrebocas y guantes, aunque
por la pandemia causada por el SARS-CoV-2, Jorge se ha tenido que ver obligado
a utilizar el traje completo para entrar.
El tiempo de una autopsia puede tardar de ocho
a diez horas si el cadáver presenta heridas por armas de fuego, se deben seguir
las trayectorias de la bala; a veces llegan a durar solo media hora si llega un
ahorcado. Las necropsias deben realizarse por todo el cuerpo aunque solo haya
heridas en la cabeza, se empieza por abrir el cráneo, luego el cuello, el tórax
y las extremidades, y cada paso que se realice y cada anomalía que se encuentre
en el cuerpo, debe ser descrita.
Realizar una necropsia es un trabajo en
equipo, a parte del médico legista también está presente el perito criminalista
y el técnico que es el que abre el cuerpo, en caso de que después de abrir el cadáver
no se encuentren pruebas de la causa de la muerte, piden ayuda al laboratorio
de patologías para determinar si la persona fue envenenada o intoxicada.
Jorge no recuerda cómo fue su experiencia
con el primer cadáver con el que tuvo contacto, cuenta que desde la carrera estuvo
acostumbrado a trabajar con los muertos
y que jamás tuvo dificultades para realizar una autopsia y que de tantas que ha
realizado, tampoco recuerda una en específico. Las únicas dificultades que ha presentado ha sido cuando el cuerpo ya ha
pasado mucho tiempo en descomposición y ya no se puede determinar la causa de
la muerte.
Cuando habla de la muerte lo hace sin
rodeos: Todos los que nacemos, un día nos vamos a morir de una forma u otra, la
muerte es la falta de signos vitales y puede pasar en cualquier momento, a lo
mejor ahorita salgo y me atropellan o igual vivo 100 años, todo depende de Dios.
Trabajar con víctimas de violencia lo ha hecho
pensar que existen formas dignas de morir: después de que uno ya realizó todo
lo que planeaba para su vida, dormido y a causa de un paro cardiaco, sin
deberle nada a nadie.
Ser médico legista en el Estado de México
supone varios retos, uno de los principales es el déficit de profesionistas, la entidad tiene alrededor de 230 médicos legistas cuando debería tener más de 500
para cubrir las más de 367 mil certificaciones médicas que se dan al año.
Contar con estos profesionistas en los
centros de justicia es imprescindible para acelerar procesos de denuncias y para
casos delictivos, cuando no se encuentran en la región ya sea por incapacidad o
por vacaciones, las personas deben atender su caso En Tultitlán, Cuautitlán o
Ecatepec y eso es una pérdida de tiempo para resolver y realizar los exámenes
médicos. En la Región de Zumpango solo hay cinco médicos legistas, que además
deben atender casos de las regiones vecinas porque ahí también falta el
personal.
Jorge señala que hace 10 años solo realizaba
máximo cuatro autopsias al mes—ahora mínimo es una diaria— aproximadamente hace
30 certificados diarios—antes a veces terminaban el turno sin certificaciones—.
Esto se debe a que Zumpango es uno de los municipios mexiquenses que más ha
crecido en la últimas décadas.
De acuerdo con los datos censales del INEGI, de 1990 a 2010 la población del municipio de Zumpango aumentó de 71,413
habitantes a 159,647, es decir, tuvo un crecimiento de 124%. Este crecimiento
no se ha detenido ya que el Consejo Estatal de Población del Estado de México
estimó una población de 212,874 en Zumpango para 2015.
Su crecimiento poblacional se
debe en gran parte al surgimiento de muchos fraccionamientos en donde gente de
la Ciudad ha llegado a asentarse, este aumento en la comunidad ha sido el causante
de delitos relacionados con la violencia que ha visto Zumpango en los últimos
dos años. En su reporte anual de incidencia delictiva del Estado de México, el
Laboratorio de Seguridad Ciudadana del Observatorio Nacional Ciudadano señaló a
Zumpango como uno de los municipios con más focos rojos. Jorge dice que el 80%
de los certificados que realiza vienen de los distintos fraccionamientos del
municipio.
El entrevistado sabe la importancia
que tiene su profesión para los centros de justicia y para la sociedad: —La mayoría de las personas que están
al otro lado del escritorio piensan que uno solo se dedica a destazar y abrir
cuerpos, pero detrás de cada necropsia y certificado hay toda una metodología
que se debe llevar a cabo y en muchas ocasiones debo aprenderme todo el certificado
para declarar frente a un juez en los juicios orales de cada caso—.
En su despacho, Jorge habla con un rostro impasible que parece oscurecido
por años de trabajo, entiende que la violencia es algo que seguirá
incrementando, sugiere que sea un tema que se trabaje desde la infancia para no
normalizar la violencia. No cree en la vida después de la muerte: El muerto,
muerto está, pero eso sí, hay que tratarlo con mucho respeto.
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