Este sábado, el presidente estadounidense, Donald Trump anunció que nominará a Amy Coney Barret como jueza de la Suprema Corte, reemplazando a la recién fallecida Ruth Bader Ginsburg, lo cual podría reconfigurar el tablero político del país en los próximos años.
"Tengo el honor de nominar a una de las mentes legales más brillantes y talentosas a la Corte Suprema. Es una mujer de logros incomparables, intelecto sobresaliente, admirables credenciales y una firme lealtad a la constitución: Amy Coney Barrett.” De esta forma fue elogiada la abogada de 48 años en un evento en el Rose Garden de la Casa Blanca.
Pero ¿Quién es Amy Barrett y por qué su postulación preocupa a los demócratas?
Para responder a estas interrogantes, es necesario conocer a la candidata. Barrett es una abogada de 48 años por la Facultad de Derecho de Notre Dame, institución en la que posteriormente impartió clases. Nacida en Louisiana y criada en un suburbio de Nueva Orleans con bases conservadoras bastante sólidas, es una mujer católica practicante y junto con su esposo, Jessee Barrett, forma parte de un pequeño grupo cristiano llamado People of Praise, surgido a finales de los años 60 y que adoptó prácticas pentecostales como la doctrina de la Sanidad Divina.
Su experiencia como jueza es de tres años, desde que Donald Trump la nombró para la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito con sede en Chicago, sin embargo, ya había trabajado anteriormente como asistente del juez Antonin Scalia (de quien incluso la consideran su versión femenina), fallecido en 2016, quien era visto como uno de los pilares del ala conservadora dentro de la Corte Suprema. De ganar la votación, se convertiría en el miembro de la Corte con menos años de experiencia.
Barrett ha votado en repetidas ocasiones a favor de las políticas de dureza en contra de la migración de Trump y se ha manifestado en favor del derecho de los estadounidenses de portar y poseer armas, además de emitir declaraciones como “la vida empieza desde la concepción”, lo cual le ha ganado el agrado de grupos religiosos conservadores "anti-choice", a su vez ha preocupado a grupos de defensa liberales y que promueven el derecho al aborto.
Además de los grupos mencionados, su candidatura preocupa a los demócratas, quienes ven en ella una figura totalmente opuesta a su predecesora, Ruth Bader Ginsburg, icónica jueza feminista fallecida el pasado 18 de septiembre a los 87 años. Durante su gestión, Bader apoyo causas liberales y progresistas como el derecho al aborto, los derechos de la comunidad LGBT+ y la estricta separación de la iglesia y el Estado. Por estas razones, los demócratas acusan a Barrett de ser una ideóloga que busca acabar con el derecho al aborto (alcanzado en 1973) y promover los intereses de las grandes corporaciones, además de cuestionarla por sus declaraciones públicas acerca del catolicismo.
Ante dichas acusaciones, el ala conservadora la enalteció y calificó como una víctima de prejuicios en contra de su fe. Por su parte, la candidata ha declarado “Subrayaría que mi filiación personal con la iglesia o mi creencia religiosa no hará que deje de cumplir mis deberes como jueza”.
Actualmente la Corte cuenta con cinco miembros de orientación conservadora (tres de ellos colocados por Trump durante su periodo) y tres bajo el espectro progresista. De ganar la candidatura de Barrett, esta diferencia sería de seis a tres que es posible que tarde años en revertirse, ya que los jueces de la Corte Suprema ostentan el cargo de forma vitalicia. Esto impactaría durante años la vida de los Estadounidenses, ya que esta corte funciona como intérprete final de asuntos de máxima relevancia política y social.
Bajo el contexto de las elecciones que se avecinan el próximo mes y de que Donald Trump pronosticara un fraude en su contra, además de su desconfianza en el voto por correo, la elección de Barrett es de suma importancia, ya que si el resultado de las elecciones es similar a las encuestas, en las que la diferencia de votos entre Biden y Trump es muy pequeña, la Corte Suprema será la que determine finalmente quién es el nuevo presidente.
Además, la Ley de Cuidado Asequible, también conocida como Obamacare será revisada próximamente en la Corte Suprema, ante la cual una mayoría conservadora sería beneficiosa para los deseos de Trump de invalidar dicha ley.
Es por esto que los demócratas buscan frenar la candidatura, argumentando que la votación en el Senado se realice por aquel que sea elegido como presidente en los comicios del 3 de noviembre. Sin embargo, el Senado está controlado en su mayoría por republicanos con una mayoría de 53 contra 47 quienes en época electoral es muy probable que cierren filas en favor de la candidata de Trump, hasta el momento, sólo dos republicanos han declarado que lo correcto es que no se realice la votación durante el mandato que está próximo a terminar.
"Tengo el honor de nominar a una de las mentes legales más brillantes y talentosas a la Corte Suprema. Es una mujer de logros incomparables, intelecto sobresaliente, admirables credenciales y una firme lealtad a la constitución: Amy Coney Barrett.” De esta forma fue elogiada la abogada de 48 años en un evento en el Rose Garden de la Casa Blanca.
Pero ¿Quién es Amy Barrett y por qué su postulación preocupa a los demócratas?
Para responder a estas interrogantes, es necesario conocer a la candidata. Barrett es una abogada de 48 años por la Facultad de Derecho de Notre Dame, institución en la que posteriormente impartió clases. Nacida en Louisiana y criada en un suburbio de Nueva Orleans con bases conservadoras bastante sólidas, es una mujer católica practicante y junto con su esposo, Jessee Barrett, forma parte de un pequeño grupo cristiano llamado People of Praise, surgido a finales de los años 60 y que adoptó prácticas pentecostales como la doctrina de la Sanidad Divina.
Su experiencia como jueza es de tres años, desde que Donald Trump la nombró para la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito con sede en Chicago, sin embargo, ya había trabajado anteriormente como asistente del juez Antonin Scalia (de quien incluso la consideran su versión femenina), fallecido en 2016, quien era visto como uno de los pilares del ala conservadora dentro de la Corte Suprema. De ganar la votación, se convertiría en el miembro de la Corte con menos años de experiencia.
Barrett ha votado en repetidas ocasiones a favor de las políticas de dureza en contra de la migración de Trump y se ha manifestado en favor del derecho de los estadounidenses de portar y poseer armas, además de emitir declaraciones como “la vida empieza desde la concepción”, lo cual le ha ganado el agrado de grupos religiosos conservadores "anti-choice", a su vez ha preocupado a grupos de defensa liberales y que promueven el derecho al aborto.
Además de los grupos mencionados, su candidatura preocupa a los demócratas, quienes ven en ella una figura totalmente opuesta a su predecesora, Ruth Bader Ginsburg, icónica jueza feminista fallecida el pasado 18 de septiembre a los 87 años. Durante su gestión, Bader apoyo causas liberales y progresistas como el derecho al aborto, los derechos de la comunidad LGBT+ y la estricta separación de la iglesia y el Estado. Por estas razones, los demócratas acusan a Barrett de ser una ideóloga que busca acabar con el derecho al aborto (alcanzado en 1973) y promover los intereses de las grandes corporaciones, además de cuestionarla por sus declaraciones públicas acerca del catolicismo.
Ante dichas acusaciones, el ala conservadora la enalteció y calificó como una víctima de prejuicios en contra de su fe. Por su parte, la candidata ha declarado “Subrayaría que mi filiación personal con la iglesia o mi creencia religiosa no hará que deje de cumplir mis deberes como jueza”.
Actualmente la Corte cuenta con cinco miembros de orientación conservadora (tres de ellos colocados por Trump durante su periodo) y tres bajo el espectro progresista. De ganar la candidatura de Barrett, esta diferencia sería de seis a tres que es posible que tarde años en revertirse, ya que los jueces de la Corte Suprema ostentan el cargo de forma vitalicia. Esto impactaría durante años la vida de los Estadounidenses, ya que esta corte funciona como intérprete final de asuntos de máxima relevancia política y social.
Bajo el contexto de las elecciones que se avecinan el próximo mes y de que Donald Trump pronosticara un fraude en su contra, además de su desconfianza en el voto por correo, la elección de Barrett es de suma importancia, ya que si el resultado de las elecciones es similar a las encuestas, en las que la diferencia de votos entre Biden y Trump es muy pequeña, la Corte Suprema será la que determine finalmente quién es el nuevo presidente.
Además, la Ley de Cuidado Asequible, también conocida como Obamacare será revisada próximamente en la Corte Suprema, ante la cual una mayoría conservadora sería beneficiosa para los deseos de Trump de invalidar dicha ley.
Es por esto que los demócratas buscan frenar la candidatura, argumentando que la votación en el Senado se realice por aquel que sea elegido como presidente en los comicios del 3 de noviembre. Sin embargo, el Senado está controlado en su mayoría por republicanos con una mayoría de 53 contra 47 quienes en época electoral es muy probable que cierren filas en favor de la candidata de Trump, hasta el momento, sólo dos republicanos han declarado que lo correcto es que no se realice la votación durante el mandato que está próximo a terminar.
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