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Una de las marchas opositoras pide la dimisión del Gobierno este viernes en Bangkok CHRISTOPHE ARCHAMBAULT |
Por: Flores Osorio Carla Andrea
Tailandia, una nación ubicada en la región del
Sudeste Asiático, cuenta con una larga historia de inestabilidad política.
Desde el 2014 no tenían conflictos sociales tan importantes, pero en las
últimas semanas se han acrecentado numerosas protestas lideradas por jóvenes,
estudiantes y activistas que llenan las calles mostrando su oposición contra el
gobierno.
Los manifestantes han expresado que continuarán
las protestas hasta que se cumplan sus tres principales demandas: la disolución del parlamento, que se
reescriba la Constitución y que las autoridades cesen el hostigamiento a
quienes les critican. Entre estas demandas se pide una reforma a la
monarquía, considerado un tema delicado dentro de la población.
Las manifestaciones han sido creativas; los alumnos
realizan el saludo de tres dedos distintivos de la novela Los Juegos del Hambre, esto se debe por la similitud de represión
que se vive en Tailandia.
Las protestas no han sido pacíficas en su
totalidad, pues el gobierno militar ha reprimido de manera firme las protestas,
arrestando a líderes, críticos del gobierno y periodistas, censurando los
medios de comunicación y limitando la posibilidad de reuniones públicas.
El gobierno justifica sus acciones por el
Covid-19, ya que los manifestantes están irrumpiendo con las medidas sanitarias
tomadas por el gobierno para contrarrestar la pandemia.
Las protestas estallan por
el agobio del gobierno liderado por el ex jefe militar, Prayut Chan-o-cha, quien llegó al poder por un golpe de estado en
el año de 2014 y manteniéndose en el poder hasta 2019, año en que se realizaron
las elecciones donde salió victorioso y las cuales son tachadas de
fraudulentas. Su gobierno ha estado involucrado en varios escándalos de
corrupción y una militarización del parlamento.
La otra parte del descontento de los
manifestantes es por la familia real, encabezada por el Rey Maha Vajiralongkorn, quien ha decidido pasar la crisis
sanitaria de Covid-19 en Alemania, lo cual ha sido cuestionado por los
manifestantes y, además, que cualquier crítica realizada a la familia real será
castigada con la cárcel. Los protestantes solicitan una reducción del gasto
público en la familia real, una distinción más clara entre bienes reales y
públicos.
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