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Paz: derecho legítimo, remota realidad

“Este año, ha sido más claro que nunca que no somos enemigos el uno del otro”. 
– Naciones Unidas

Fuente: Vexels
Fuente: Vexels

Hoy, 21 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de la Paz, fecha estipulada en 1981 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para establecer una jornada de no violencia y alto al fuego total al menos por un plazo de 24 horas. En medio de una pandemia que se cimbró sobre nosotros sin menor cautela, lo único que el ser humano necesita es paz, sin embargo, debe lidiar con preocupaciones extenuantes.

Éste no vela únicamente por su salud: la delincuencia, el crimen organizado, la falta de recursos, la discriminación, guerras ajenas, gobiernos deshonestos, todos y cada uno, síntomas de violencia que merman al menos privilegiado de los mortales. ¿Seremos capaces de sumergirnos en aguas más cálidas? Para enfrentar el problema, uno debe reconocerlo, dibujar su silueta y darle un nombre.

El dos de septiembre, el Gobierno de México puntualizó una cifra de 40 mil 863 asesinatos para 2020, entre ellos 1,012 feminicidios, una proyección que suscitó un nuevo récord histórico. Tras la pandemia, la población tuvo que recurrir al trabajo informal, y 1.2 millones de personas desempleadas se unieron al 44.4% de pobres, de acuerdo con el Ceneval. La falta de oportunidades y recursos también son perfil para quien recurre al crimen y perpetra el estereotipo, o bien para aquellos que son educados desde una trinchera donde el odio es pan de cada día.

El mundo vive en una tensión constante, las personas duermen con las luces encendidas y combaten en soledad un miedo que se alimenta de múltiples frentes. Lo anterior no es un análisis desolador, es un esquema de lo que debemos cambiar, de lo que no puede ignorarse. La paz no es utopía, es derecho legítimo y todos deben exigirlo.

A 39 años de dicho reconocimiento, es necesaria su búsqueda, la adversidad es un reto vigente para quienes se levantan todas las mañanas y ubican un resquicio de metamorfosis bajo su almohada. La empatía y el respeto por la libertad del otro, son hito en una sociedad que no se ha rendido. Para ver al exterior, primero hay que empezar por uno mismo y alzar la voz en una nación que se vio sumida por el silencio.

No inquiramos un pacto momentáneo y custodiemos lo que es justo para todos.

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