Pi, el orden del caos, es una película de bajo presupuesto del director estadounidense Darren Aronofsky ("Requiem for a dream", "Madre") del año 1998. Muchos consideran esta película como su ópera prima debido a su estilo que roza lo experimental y el ensayo filosófico en su argumento, para otros, es su peor película, para mí, lo que nos hace descubrir es tan inquietante como cualquier revelación que desestabiliza la realidad, pues no parece una historia de ficción más, sino algo que parece posible.
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| Pi tiene infinitas cifras decimales que no se repiten |
Dentro de la trama nos encontramos con un personaje que, a primera vista, pareciera padecer esquizofrenia o algún desorden mental causado por un incidente en su infancia: Mirar el sol por un tiempo prolongado. Intrínsecamente, el director relaciona este incidente como el detonante para que el protagonista adquiera un vínculo enigmático entre él y Dios que se irá desenvolviendo a lo largo de la película. El nudo está cuando es asediado por una secta judía y una firma de Wall Street.
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| Cohen en la secta judía |
Es Maximillian Cohen el protagonista. Un brillante pero introvertido matemático que pretende entender el movimiento de la bolsa bursátil a través de una consecución de números, harto por la rutina que lo inquieta, los otros matemáticos lo asedian para que encuentre el patrón buscado. No obstante, es hasta un encuentro con uno de sus amigos, un judío que encuentra en una cafetería, cuando éste le muestra que el alfabeto hebreo está ligado a la matemática. El estudioso de la Toráh, le muestra combinaciones de las letras del abecedario hebreo, como aleph, bet, entre otras, y cómo al unir estas letras y formar palabras, también se crea implícitamente la combinación y formulación de números. Es así, con esta enseñanza, que Max se inspira, y logra encontrar el número de 216 dígitos.
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| Los judíos aparecen en esta historia porque creen que el número de 216 dígitos es el que se perdió en la destrucción del templo salomónico hace siglos |
La cabala, es una disciplina teórica que interpreta el libro sagrado judío, la Torah. Para esta corriente, el mundo fue creado a partir de las palabras. Basta dirigirnos al génesis del cristianismo o del judaísmo para entender que Dios creó el mundo con sólo decirlo. en el Zohar, o libro del esplendor, se habla de que una a una, cada letra del abecedario hebreo fueron citadas ante Dios, y sucesivamente rechazadas para ser sobre una de ellas que se crearía el mundo. Aleph, a pesar de ser la primera letra del abecedario, y que engloba todo el universo, fue reemplazada por la letra Bet, que significa casa.
En la película, el director nos cuenta que el mundo posee un orden numérico, es decir, que puede ser computado a través de series de números con las cuales se rige todo en el universo. La sucesión de fibonacci es mencionada por Cohen cuando el judío le explica sobre el abecedario, mientras este otro le comenta: "todo es matemática". Las escenas siguientes, muestran espirales en la crema derramada en el café, y en el humo de los cigarrillos.
El soundtrack de la película nos envolverá en un mundo más o menos parecido al ciberpunk de otras películas de thriller scifi, pero no debemos olvidar que esta película contó con apenas 60 mil dólares de presupuesto.
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