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La otra cara de la moneda del cine mexicano

Mucho se ha hablado del cine mexicano en los últimos días y es que hay dos preguntas que la gente se hace al momento de pensar en él: la primera, ¿qué tipo de películas consumen las y los mexicanos? Y la segunda, ¿cómo es que llegan a tener tanto éxito en la taquilla?

Estas dudas surgen debido a que las películas con más renombre son protagonizadas por los mismos actores y, casi siempre, detrás de estos hits en pantalla grande está el mismo equipo de dirección o de producción. Además, son historias con guiones muy gastados, con situaciones dramáticas que se repiten y se repiten pero aún así generan éxito con argumentos que podemos visualizar en otros medios como internet o la televisión.

Lo que se puede hacer es cambiar un poco la fórmula pues, sin duda, estos estrenos seguirán apareciendo mes con mes, ya que los recursos que generan son bastantes y a las distribuidoras, principalmente, les conviene seguir generando estos materiales. Quiero aclarar que no es malo, ni estamos en contra. Sin embargo, todavía no hay un conocimiento más amplio sobre las alternativas que se generan en otros estados, que generan las personas que trabajan de forma independiente y que quedan y quedarán opacadas si nosotros -público- no volvemos esta industria más competitiva.

Según el anuario estadístico de cine mexicano del Instituto Mexicano de Cinematografía  (IMCINE) del 2018, existen 155 festivales cinematográficos en todo el país de los cuales 41(26%) se llevan a cabo en la Ciudad de México. Si tomamos en cuenta este dato, podríamos tener una idea de todo lo que se produce y se exhibe, al menos, en la ciudad más importante del país, de los cuales tratan temáticas diferentes por festival o año con año. 

Hay una gran desinformación sobre bastantes temas del cine mexicano; entre cortos y largometrajes, suman bastantes filmes y es imposible visualizar cada una de las propuestas, pero hablemos también de los espacios. ¿Cuántos de nosotros asistimos a salas de exhibición independientes? La cantidad es mínima entre una población de 128 a 132 millones de mexicanos.
Para darnos una idea, en 2018, en México, se contabilizaron 7 024 pantallas de cine ubicadas en 886 complejos de las cuales 1076 se encuentran ubicadas en la Ciudad de México.

¿Por qué estos datos importan tanto?
No somos eruditos del cine, tampoco hemos visto todas las películas en nuestro país, ni todas las extranjeras; sí, también soy consumidor de cierto cine comercial, pero creo que la relevancia de este texto se encuentra en dar datos mínimos para poder vislumbrar el poco apoyo que tiene el cine en nuestro país y el poco valor que le damos la mayoría de las veces.

Espero poder generar un panorama más amplio en próximos textos, pero hay que tomar la reflexión de lo que consumimos: por qué, para qué y cuándo. 
Principalmente, diría una frase muy conocida: "hay talento, solo falta apoyarlo". Resulta graciosa y puede ser hasta burda, sin embargo, teniendo este panorama de frente, en efecto es verdadera. Si queremos luchar para exigir producciones audiovisuales de calidad y si queremos que México sea reconocido nacional e internacionalmente como se merece, creo yo que podemos aportar nuestro granito de arena, pensando en esto y cambiándolo poco a poco.

Los invito a leer, a transmitir estos datos, a consumir, a variar, pero sobretodo a disfrutar. Nadie quiere, ni tiene porqué, estar enojado con un actor, actriz, equipos de trabajo o con la película completa, es sólo darle un giro, poco a poco, a este panorama en el que estamos hundidos.
Ahora que sabes todo esto, la decisión al cambio es tuya y puedes considerarte factor cambiante dentro del público mexicano.

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