Antonio Cisneros es en la historia peruana un importante escritor de ensayo y ficción.
Nació en Lima, Perú el 27 de diciembre de 1942. Pertenece a la llamada "Generación del 60" en la literatura de su país natal.
En sus inicios se adentró en el mundo de la traducción, al haber realizado una antología de poetas ingleses modernos que dio a conocer en Barcelona la editorial de Carlos Barral - editorial española-.
Cisneros demostró ser un amante de otras tierras, Francia, Estados Unidos y Hungría fueron lugares de residencia, sin dejar de lado sus raíces latinoamericanas viajó a Cuba, Nicaragua y México. En Cuba obtuvo el premio Casa de las Américas en 1968, por su libro Canto ceremonial contra un oso hormiguero en Nicaragua fue merecedor del premio Rubén Darío en 1980 por la Crónica del Niño Jesús de Chilca.
El peruano sumó a su talento composiciones de guiones para películas: En la orilla (1976), del director Jorge Suárez; Mi dulce amiga (1977), del cineasta Mario Acha; No el reino de los vientos (1977), también de Acha; Los constructores (1978), de José Huayhuaca; Imágenes (1983), rodado por Pedro Novak; En la tierra de los awajunti (1984), del director Alberto Durand; y Cáceres (1986), de Isidoro López Cano.
Colaboró en guiones para obras de teatro, además de tener gusto por la enseñanza al ser profesor de universidad, sin embargo se le conoce principalmente por su obra poética.
Entre sus obras destacadas se encuentra "Destierro", "Agua que no has de beber" y, "A cada quien su animal". Falleció el 6 de octubre de 2012.
Aquí te dejamos uno de sus talentosos poemas.
Café en Martirok Utja
Hay una lámpara floreada sobre el piano
y una estufa de fierro.
Bebes el vino junto a la única ventana:
un autobús azul y plata cada cinco minutos.
Pides el cenicero a la muchacha
(alta flor de los campos ven a mí).
La luz del otoño es en tu vaso
un reino de pájaros dorados.
Pero pronto anochece.
Los autobuses no son azul y plata,
el cenicero es una rata muerta,
el vaso está vacío.
La muchacha partió cuando encendieron
la lámpara floreada y tú mirabas
la lámpara floreada.
Puedes pedir otra jarra de vino,
pero esta noche
no esperes a los dioses en tu mesa.
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