Ni el nivel histórico de inflación, ni el desabasto generalizado,
ni la crisis económica y humanitaria en general parecen ser de gran importancia
para Nicolás Maduro, uno de los responsables de la tragedia venezolana. No es
suficiente, aparentemente, que según la Encuesta
Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana 2017 (ENCOVI), 64% de los venezolanos han perdido
aproximadamente 11 kg de peso por falta de alimentos. No es suficiente que
entre 2014 y 2017 el porcentaje de hogares en situación de pobreza haya crecido
38% en toda Venezuela. No es suficiente que aproximadamente el 90% de los
venezolanos no considere tener suficientes ingresos para pagar su alimentación.
Al menos así Maduro lo ha mostrado la semana pasada visitando el
restaurante de Nusret Gökçe, mejor
conocido como “Salt Bae”, en Estambul, Turquía. El Chef Nusret hizo públicos un
par de videos donde se le puede ver preparando el banquete de Maduro con su
distintiva forma de cortar la carne. Al líder chavista se le observa con su
esposa Cilia, disfrutando uno de los habanos obsequiados por el chef, y
expresando que el momento “es algo de una sola vez en la vida”.
El descontento no se hizo esperar, pues el chef turco se vio obligado a eliminar los posts ante la marea de críticas, que eran de esperarse, por atender con lujos al dictador causante de una de las mayores crisis humanitarias en los últimos años.
Es, al menos irónico, el hecho de que la visita al restaurante en
Turquía haya sucedido de regreso en el tour de Maduro por China y Rusia. La
visita a China tuvo la intención de pedir un préstamo de $5,000 millones de
dólares para “reactivar” la industria petrolera y así intentar enmendar un poco
la situación económica venezolana, azotada ya por la incompetencia del gobierno
venezolano en materia fiscal.
Multiplicar por 35 el salario mínimo, fijar precios de canasta
básica y quitar cinco ceros del bolívar para intentar ocultar su ya monstruosa
inflación (34,680% acumulada en lo que va del año), han sido los últimos
chistes del sucesor de Chávez para intentar calmar la gigantesca recesión
económica. Basta tener un poco de sentido común para comprender que son medidas
por demás estúpidas y contraproducentes. Y así el tiempo lo demostró: Un mes
después de la aplicación de estas medidas, la inflación había crecido, de
nuevo, en un 100%. ¿Quién diría que semejante intervención económica tendría un
resultado así?
Recapitulando las desastrosas acciones económicas y su
indiferencia hacia la crisis de su país, ¿existe motivo alguno para pensar que
el “presidente” Nicolás Maduro tiene un poco de interés en resolver la crisis
venezolana? Tanta hipocresía y cinismo lo convierten en una premisa difícilmente
creíble. Más acertado sería afirmar que preservar el poder ante el inminente
empeoramiento de la crisis es la única prioridad del dictador sudamericano. ¿El
hambre como herramienta de dominación política?
Sólo queda recordar un par de cosas: Mientras el venezolano
promedio ha perdido peso por alimentación deficiente, mientras que
aproximadamente un 56% de los niños en Venezuela han tenido déficit alimentario
en el último año, mientras que la migración desesperada de venezolanos se ha
convertido en un problema para sus países vecinos, su “presidente”, con un
notable sobrepeso, puede darse el privilegio de consumir banquetes de lujo
valuados en escasos $275 dólares. ¿O será posible que Maduro se haya comido el Tomahawk steak en nombre de todos los
venezolanos hambrientos? De ser así, es de aplaudirse, qué considerado.
¡Buen provecho, “presidente”! ¡Que siga la lucha por el pueblo
venezolano!
Ilustración por Edo (@edoilustrado) |
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